La manzana contiene niveles elevados de quercetina, un flavonoide anticancerígeno y antiinflamatorio que destaca por su alta actividad antioxidante.
En el 2004, un estudio realizado por el Departamento de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Cornwell muestra que el potente antioxidante, quercetina, abundante en manzanas y otras frutas y vegetales parece proteger a las células cerebrales frente al estrés oxidativo. Un proceso de destrucción de tejido ligado a la enfermedad del Alzheimer y otros desórdenes neurodegenerativos.
El estudio fortalece la teoría de que el desarrollo del Alzheimer y otras enfermedades similares puede verse reducido por una intervención en la dieta, concretamente incrementando la ingesta de alimentos ricos en antioxidantes.
Se muestra que las células cerebrales tratados con quercetina tienen un daño significativamente menor que aquellas tratadas con Vitamina C o no expuestas a ningún antioxidante.
Sin embargo, la protección frente al Alzheimer utilizando alimentos, actualmente es sólo teórica, y también se cree que la genética y el entorno juegan un papel importante en esta enfermedad. Pero, como dice el investigador principal del estudio C.Y.Lee «Comer al menos una manzana fresca al día puede ayudar«.
Más recientemente, en el 2009, un estudio realizado por el Centro de Neurobiologia Cellular en la Universidad de Massachusetts demuestra que el beber zumo de manzana ayudó a ratones a rendir mejor de lo habitual en ensayos de laberintos y evitar el descenso en el rendimiento asociado con el aumento de la edad. El Dr. Shea sugiere que el consumo regular de zumo de manzana no solo ayuda a mantener una mente funcionando en buen estado, sino que puede ser capaz de retrasar aspectos clave del Alzheimer.