El mercurio es un metal pesado que se encuentra en los depredadores marinos de tamaño grande. Puesto que se encuentran en lo más alto de la cadena alimentaria marina, especies como el atún, emperador, caballa y pez espada contiene niveles considerables de mercurio. Esto no quiere decir que no volvamos a consumir estas especies marinas, pero sí tener en consideración que un abuso de atún, por ejemplo, podría aumentar los niveles sanguíneos de mercurio en nuestro cuerpo. Por ello, para evitar al máximo este tipo de alimentación se aconseja una dieta variada y equilibrada, es decir que se vaya alternando el consumo de pescado y no exclusivamente atún o otra especie afín.
Los adultos presentan un equipo celular metabólico muy bueno y por lo tanto, un exceso de mercurio momentáneo no repercutiría en nuestra salud. Sin embargo, los niños son mucho más sensibles a este tipo de contaminantes ya que no queda metabolizado para su eliminación, sino que se almacena en tejidos adiposos y sistema nervioso. En la etapa de la niñez el sistema nervioso sigue creciendo y con un abuso de estos tipos de pescado puede hacer que almacene gran cantidad de mercurio en su organismo, afectando su crecimiento y posterior desarrollo en general.
Otro grupo de riesgo importante son las embarazadas. En este estado, el feto se encuentra en constante desarrollo y por lo tanto existe un riesgo elevado de teratogenia (malformaciones) si la madre no controla adecuadamente su alimentación y basa su consumo de pescado en depredadores grandes.
La solución, como en otros casos de nutrición y dietética, es una alimentación variada y equilibrada, sin dejar de consumir alimentos, pero sin abusos y exclusividades.