La vitamina E es un nutriente que pasa desapercibido. Al igual que la fibra dietética, el calcio, la vitamina D y el potasio, las guías alimentarias deberían haber declarado la vitamina E como un nutriente de vital puesto que en países como Estados Unidos, más del 90% de la población no consume la dosis diaria recomendada y la situación está empeorando.
Los efectos antioxidantes de la vitamina E juegan un papel fundamental en la protección de las membranas frente a la oxidación, y a los ácidos grasos omega- 3 de la peroxidación.
Existen ocho formas de vitamina E : cuatro tocoferoles (alfa, beta, gamma, delta ) y cuatro tocotrienoles (alfa, beta, gamma, delta ).
Datos recientes del Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia indican que todas las formas plasmáticos de vitamina E pueden jugar un papel en la salud del cerebro .
Un artículo publicado en la Neurobiología del Envejecimiento descubrió que el riesgo de deterioro cognitivo leve fue de 15 % y 8 % menor en las personas con los mayores niveles de tocoferoles y tocotrienoles, respectivamente .
Los tocotrienoles han demostrado recientemente ser la forma más potente de la vitamina E en la protección del cerebro contra las lesiones inducidas por ictus o neurodegeneración, así como la mejora de las funciones cognitivas en las personas mayores.
Un estudio llevado a cabo en la Facultad de Ciencias Farmacéuticas de la Universidad de Ciencias de Malasia la Facultad de Ciencias Farmacéuticas con voluntarios humanos con lesiones de la materia blanca mostró mejorías significativas en un periodo de 1-2 años de suplementación con Vitamina E.